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02/11/2016

Bacterias sustituyen fertilizantes en cultivos

Agencia Informativa Conacyt

Hasta seis veces elevan productividad agrícola


La aplicación de bacterias de segunda generación en los cultivos elimina en 50 por ciento el uso de fertilizantes químicos, además eleva la productividad hasta seis veces, de acuerdo con una investigación realizada en el Centro de Investigaciones en Ciencias Microbiológicas del Instituto de Ciencias de la BUAP (ICUAP).

Jesús Muñoz Rojas, quien encabeza el grupo de investigadores, Jesús Muñoz Rojas dijo que los inoculantes son formulaciones que contienen bacterias -microorganismos benéficos- con una doble función ya probada y patentada: elevan la productividad agrícola y contribuyen a la biorremediación de suelos.

La mezcla lograda de inoculantes ya ha sido probada en diversos cultivos en varios estados del país con excelentes resultados.

“Tenemos testimonios de agricultores de distintas partes de la república que nos han solicitado nuestras formulaciones para probarlas no solo en maíz, sino en sorgo, trigo, alfalfa, chile habanero, aguacate, papa, jitomate, frijol y arroz. Todas sus experiencias nos reflejan resultados efectivos”, aseguró el investigador.

Los inoculantes permiten que las bacterias trabajen para que la raíz crezca más larga y absorba mejor los nutrientes de la tierra. En el caso del maíz, se ha observado que la mazorca es más grande y con más hileras de granos.

Las bacterias inducen el crecimiento de las plantas cuando se aplican pero, a su vez, hacen una biorreacción de los compuestos tóxicos que se adicionan en la agricultura intensiva, lo que contribuye no solo a la restauración de los suelos y al incremento en la producción, sino que mejora el medio ambiente.

Por ejemplo, en la producción de caña de azúcar se adicionan hasta 300 kilogramos de nitrógeno por hectárea a pesar de que se estima que solo 20 o 30 por ciento absorbe la planta, mientras que el resto se pierde por lixiviación hacia los mantos acuíferos; otra parte se convierte en óxidos de nitrógeno que van a la atmósfera provocando lluvia ácida, o bien llegan hasta la capa de ozono causando afectaciones que contribuyen al cambio climático.

Con esta formulación se reduce la cantidad de fertilizantes nitrogenados que tradicionalmente se usan para los cultivos, lo cual genera ahorro a los campesinos, al tiempo que “estamos contribuyendo al cuidado del planeta”, añadió Muñoz Rojas, quien también se desempeña como jefe del Laboratorio de Ecología Molecular Microbiana.

Mezcla de bacterias

Después de varias pruebas se optó por elaborar una formulación con varios tipos de bacterias pues con ella se logra un mayor crecimiento de las plantas comparado con una formulación monoespecie, a pesar de la variación de las condiciones ambientales o el tipo de suelo. De esta forma, si bajo alguna circunstancia ambiental específica una bacteria de la formulación deja de trabajar, las otras pueden entrar al relevo y realizar la función benéfica.

En el Laboratorio de Ecología Molecular Microbiana actualmente se cuenta con una variedad en las formulaciones destinadas para ser más efectivas en diversos ambientes.

Explicó Muñoz Rojas, se “diseña una mezcla de bacterias en función de los ambientes en donde los inoculantes serán aplicados. Por ejemplo, tenemos otra formulación para condiciones semidesérticas, es decir, hay bacterias altamente resistentes y compatibles que son capaces de colonizar en este tipo de plantas”.

Producción del maíz

En el caso de los inoculantes aplicados al maíz, Jesús Muñoz y su equipo realizaron una formulación de seis tipos de bacterias, la mitad de ellas son resistentes a la desecación y las otras son sensibles. Una vez que se aplicó a las semillas se verificó que su rendimiento era seis veces mayor en cuanto a producción, por lo que se invitó a los agricultores a reducir la cantidad de fertilizante que usaban para sus cultivos.

La aplicación es muy fácil, aseguró el doctor Muñoz Rojas, en el laboratorio se seleccionan las bacterias que se adhieren perfectamente a las distintas semillas, luego se llevan al campo y se inicia la germinación, las bacterias detectan los exudados de la planta y empiezan a colonizar, es cuando se aprecia el efecto de la inoculación.

“Lo único que hay que hacer es embeber la semilla en una suspensión de bacterias que se prepara en el laboratorio. Con 250 mililitros de la formulación se inocula el maíz destinado para una hectárea. Esta suspensión se diluye en un litro de agua y se mezcla con la semilla para que se lleve al campo. En un inicio se recomendaba que se secara, pero con el tiempo nos dimos cuenta que incluso mojadas las semillas se podían utilizar porque la suspensión no provoca grumos”.

El equipo de investigadores del ICUAP está integrado por los investigadores pertenecientes al Sistema Nacional de Investigadores (SNI): Jesús Muñoz Rojas, Antonino Báez Rogelio, Yolanda Elizabeth Morales García, Verónica Quintero Hernández (Cátedra Conacyt), y América Paulina Rivera Urbalejo.

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