El desarrollo de “tecnologías verdes” para
cultivar alimentos en espacios urbanos es necesario para enfrentar el “indiscriminado”
crecimiento de las grandes ciudades y garantizar la alimentación a miles de
familiar, consideró Hilario Valenzuela Corrales, delegado de la Sagarpa.
Un ejemplo del crecimiento poblacional es la
ciudad de Puebla, donde por lo menos 517 mil 451 personas (28.2% del total)
enfrenta pobreza alimentaria.
Esta situación puede agravarse no sólo en
México sino en otros países, ya que se estima que para el año 2030 en las zonas
urbanas se concentrará al menos el 60 por ciento de la población mundial, que
requerirán de alimentos.
Para hacer frente a esta situación, y que se
garantice el alimento a millones de personas debe impulsarse la producción en
zonas dentro y periférica de las ciudades, que los habitantes generen sus propios
alimentos en las zonas urbanas.
Se pueden adaptar espacios urbanos para el
cultivo eficiente con agua de lluvia, gestión de desechos, reutilización de
materiales, producción agroecológica y energías renovables.
Al participar en el Foro de la Semana del
Urbanista “Agricultura Urbana Sustentable: Retos y Oportunidades para el
Urbanista “celebrado en la BUAP, el funcionario federal dijo que actualmente la
Sagarpa cuenta con el componente Desarrollo Comercial de la Agricultura
Familiar (DCAF), el cual contribuye a la seguridad alimentaria de las personas
que viven en zonas urbanas y periurbanas que sufren de pobreza extrema,
mediante la instalación de huertos y granjas familiares para la producción de
alimentos destinados al autoconsumo.
En este sentido, precisó que uno de los
objetivos en este 2016 es la instalación de cerca de 30 mil huertos y granjas
familiares con la intención de producir hortalizas, huevo para plato, carne de
conejo y pollo en las 32 entidades del país, por medio de una inversión de poco
más de 300 millones de pesos.
El programa DCAF beneficia a las mujeres y
personas de la tercera edad en condición de pobreza que buscan instalar huertos
familiares, al brindarles capacitación e infraestructura, equipamiento,
insumos, abonos orgánicos y biopesticidas que les permitan producir hortalizas
en espacios de sus viviendas.
Por último, propuso generar una estrategia
integral que vincule a las escuelas de Educación Superior, a los Organismos de
la Sociedad Civil (ONG) y a los gobiernos a contribuir en el desarrollo y
aceleración de los esfuerzos para combatir la pobreza alimentaria en zonas
urbanas, con principios de solidaridad, inteligencia, eficiencia y
sustentabilidad.
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