La temporada de Chiles en Nogada 2018 -que inicia el 13 de julio- representará una derrama económica de unos 875 millones de pesos, producto de la venta tres millones de platillos.
El presidente de la Cámara de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac), Ignacio Alarcón Rodríguez Pacheco, dijo que pese al incremento en el costo de los insumos, los restauranteros han hecho el compromiso de no incrementar el costo del platillo, que irá desde los 150 hasta los 350 pesos por pieza, de acuerdo al tipo de restaurante.
La temporada de Chile en Nogada representa para el sector restaurantero un aumento de hasta 30 por ciento en sus ventas, es una de las temporadas más fuertes para este sector, ya que se registran comensales procedentes diversas partes de la república e incluso del extranjero, como la Ciudad de México, Jalisco, Nuevo León o Estados Unidos.
A su vez, los productores agrícolas poblanos se verán favorecidos, ya que los restauranteros acordaron la compra de los productos cien por ciento locales.
La temporada arranca el próximo viernes 13 de julio con una comida organizada por la Canirac en beneficio del DIF, de la que se espera recaudar alrededor de 500 mil pesos que serán entregados al organismo que apoya a grupos vulnerables.
En esta comida participarán 14 restaurantes, cada uno ofrece el platillo a los comensales, además habrá un tianguis con la venta de productos locales con los que se elabora el típico platillo poblano: los chiles en nogada.
La temporada de Chiles en Nogada es de julio a principios de septiembre, la mayoría de los restaurantes en Puebla ofrece este platillo ya sea en un precio unitario o en paquete, es decir acompañado por un bebida a un precio especial.
Este platillo surgió en el siglo XIX, cuenta la leyenda, cuando Agustín de Iturbide pasaba por Puebla hacia la capital de país después de que en Córdoba, Veracruz, firmara los Tratados a raíz de la Independencia de México, por ello la clase gobernante de Puebla ofreció una comida al insurgente, la cual fue elaborada por la monjas agustinas del convento de Santa Mónica.
Para elaborar el platillo escogieron solo productos de temporada y de la región, pero que recordara los colores de México, lo que dio por resultado este platillo barroco por la combinación de ingredientes.
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