14/11/2016
El
gobierno mexicano parece no entender que Estados Unidos no habla de integración,
mucho menos de prosperidad regional, sino que hay rechaza el TLC y lo que menos
pretende Donald Trump es “modernizar” el acuerdo. México debería fijar la
agenda de renegociación, apuntalada por la diversificación y fortalecimiento
del mercado interno, y no olvidarse de Canadá.
Hasta
el momento Estados Unidos nunca ha anulado un tratado comercial, pero el
presidente tiene la capacidad de emitir una “Orden Ejecutiva” si así lo desea,
sin consultarle al Senado.
Trump
ganó la elección, en parte, por su oposición al Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLC), el cual por cierto fue promovido, negociado y firmado por
el gobierno republicano de George H.
Bush, y aunque no llegue a anularlo es factible que no sea una renegociación
tersa, como la espera el gobierno de Peña Nieto.
El TLC
afectó a varios sectores productores de México, como el campo, y lo ha vuelto
dependiente de Estados Unidos en más del 80 por ciento.
Durante
22 años el aparato productivo nacional se volcó a Estados Unidos, para exportar
e importar, para atraer inversiones, aunque en ese mismo lapso se hayan firmado
otros acuerdos comerciales a lo que poco provecho se les saca.
En esas
dos décadas poco se hizo por fortalecer el mercado interno, por diversificar
inversiones y mercados.
Es poco
la mano de obra especializada, además que el empleo generado en el país es de
baja calidad, es decir, no está bien remunerado y se laboran largas jornadas.
Ahora
ya no se trata de hacerle ver a Trump y a Estados Unidos el punto de vista de
México, como en su momento lo dijo Peña Nieto a raíz de la invitación que le hizo al
entonces candidato republicano, sino se trata de establecer los intereses de
México, de defender los derechos de los mexicanos.
Además,
parece que el gobierno mexicano se ha olvidado de Canadá, que también ha mostrado
su interés de renegociar con el gobierno de Trump.
Para
los canadienses les resulta benéfica la postura del presidente electo
estadounidense de impulsar el consumo de hidrocarburos, pues con ello
reactivaría la construcción del oleoducto Keyston XL, que transportaría
petróleo desde la región canadiense de Alberta hasta el estado de Nebraska, EU, proyecto que fue cancelado por
el gobierno de Obama ante las presiones de grupos ambientalistas
Con
este oleoducto EU dejaría de comprar crudo a Venezuela, México y a otros
países, pues el abasto canadiense sería de por lo menos 830 mil barriles
diarios que serían procesados en las refinerías de Texas.
Para el
gobierno de Trump el proyecto le resulta atractivo porque ya no trataría con
los países latinoamericanos, y podría impulsar su política de mayor consumo de
hidrocarburos, dado que no cree en el calentamiento global.
Además,
Canadá tiene otros temas que puede revisar en el TLC, siempre y cuando no se
afecten sus intereses en el acuerdo comercial que tiene con EU desde 1987.
Es
posible que Canadá deje solo a México con su ‘renegociación’ o ‘modernización’
del TLC.
El
acuerdo comercial sí es interés de Donald Trump, aunque es de mayor relevancia
el tema de los inmigrantes, por lo
que es factible que se aboque a este asunto mucho antes y con más prisa que
cualquier negociación comercial.
Y sobre
el tema de inmigrantes, el gobierno de Peña Nieto no hay hecho ningún
pronunciamiento en concreto.
Si bien
no se trata de tener una relación ríspida con el vecino del norte, también es
cierto que es necesario adoptar una postura firme no sólo en la relación comercial,
sino en los otros aspectos.
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