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Armando tus finanzas

Armando Valerdi



Aún vivimos las consecuencias de la crisis de 2008

22/9/2016

El pasado 15 del presente mes, además de conmemorar en nuestro país una fecha tan importante, sin sujetarnos a los mitos, pero sí a los símbolos de identidad, riqueza y unidad nacional que van más allá de diferencias partidarias y políticas que nos separan, en el entorno financiero internacional esta fecha es representativa de un símbolo que marca el inicio de la depresión económica que hoy vivimos, me refiero al anuncio que hizo Lehman Brothers en septiembre de 2008 de su quiebra ante el Juzgado, al haber renunciado a la operación de sus posibles compradores.

En su historia, que inició en 1844, Lehman Brothers sobrevivió a una guerra civil, a la crisis bancaria de 1907, similar a la originada en 2008, a la crisis económica mundial conocida como el crac de 1929, a escándalos en su papel de intermediador de bonos y a colapsos en hedge funds, pero no consiguió superar la crisis subprime de 2008 que constituye, con un pasivo de $613.000 millones de dólares, la mayor quiebra de la historia hasta el momento.

Incluso en la década de 1970, fue considerado el cuarto inversionista más grande de Estados Unidos, detrás de Salomon Brothers, Goldman Sachs y First Boston.

A ocho años de este evento, los efectos del colapso del banco de inversión estadounidense Lehman Brothers siguen vigentes; tasas de interés históricamente bajas o incluso negativas y programas de flexibilización cuantitativa en bancos centrales alrededor del mundo, desplome de las bolsas mundiales, desconfianza en el crecimiento económico, pánico inversor, estancamiento económico, crisis de confianza, caída del precio del petróleo, son algunos de las secuelas que dejó la crisis desatada tras esa quiebra.

Todos estos efectos que el mundo vive siguen presentes, no obstante que desde 2008 los bancos centrales han intentado estimular la actividad económica, aplicando medidas y herramientas consideradas como tradicionales de política monetaria.

Incluso, al no encontrar los resultados esperados pasaron a experimentar otras medidas no tradicionales, hasta llegar al uso de medidas que no solo no se habían aplicado en ningún otro momento y que solo son recomendaciones teóricas, como tasas de interés negativas, o pagarle a los bancos para que den crédito con dinero del mismo banco central, sin dejar de lado la implementación de enormes cantidades de dinero fiduciario o programas de relajación cuantitativa (QE), pero todo esto hasta ahora no ha funcionado.

Es oportuno recordar lo que Ludwig von Mises mencionaba de este tipo de crisis: “Una expansión basada en el crecimiento del crédito aboca inevitablemente a un proceso que en habla común se denomina depresión”.

Sin duda esta opinión es importante sobre todo debido a que el entorno económico global actualmente nos está mostrando todos los síntomas de una depresión, el bajo crecimiento de la productividad y la disminución en el ritmo de crecimiento de la fuerza laboral, además la contracción del comercio internacional que puede llegar a mayor profundidad al incrementarse políticas que obstruirían aún más el desarrollo comercial afectando los flujos de inversión productiva.

Otro de los aspectos que dejó muy claro la depresión que inició en 2008, y que Moisés Naím lo menciona en su libro Repensar el Mundo, es el choque entre dos tendencias importantes de nuestro tiempo, la política y el dinero.

Tomando en cuenta que la política es un hecho local, y el dinero es un hecho global, se produce un fuerte choque entre estos dos aspectos.

La política es considerada siempre como local, enfocándose a problemas locales y hasta personales de la población, tratando de encontrar los problemas que más la afectan, no obstante la mayoría de la población esta distante, desconectada de los efectos globales que el dinero le está trayendo.

Veamos, por ejemplo, el mercado mundial de divisas es hoy ocho veces más grande de lo que era hace veinte años, imagínese con la explosión de dinero de los programas cuantitativos lo que llevó a que el movimiento mundial de dinero sea un arma de doble filo.

Lo anterior no solo provoca la búsqueda constante de mayor inversión con menor riesgo, buscando mercados y países que los ofrezcan, sino que los especuladores aprovechan este forma de ganar dinero, poniendo en jaque las monedas y mercados accionarios, que sin duda dada la fragilidad de las finanzas públicas de los países, son tierra fértil.

Por todo esto no hay que olvidar que seguimos en contingencia financiera y económica, por lo que hay que tomar en cuenta en forma importante para nuestras previsiones y presupuestos anuales el entorno tan complicado y volátil que seguirá vigente por más tiempo, y tomando previsiones por la tendencia alcista del dólar.

Gracias.

avalerdir@hotmail.com

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