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Opinar para construir

Luis Gerardo Inman Peraldi



El hijo del jefe

10/5/2016

Según las encuestas, el 58% de las empresas familiares confía en que la segunda generación tiene capacidad empresarial y espíritu emprendedor para continuar con la empresa y llevarla al éxito.

Estos sucesores traen otro chip, definitivamente otras ideas y son más agresivos en su forma de llevar la operación del negocio; son una de las características de la llamada generación de los millennials.

Hoy el empresario siente y piensa que sí debe entregar la estafeta, a diferencia de la generación de nuestros padres que muchos de ellos se resistían y morían trabajando al frente de la empresa.

Las estadísticas no son amables con la sucesión empresarial, solo tres de cada diez sobreviven a la segunda generación y una de cada diez lo hace a la tercera.

Si tomamos en cuenta que las empresas familiares conforman el 90% del total y que solamente 2 de cada 10 sobreviven al primer año de la operación, pocas tienen la fortuna de poder sobrevivir a la generación siguiente, así que el director o dueño debe tomar en cuenta lo siguiente:

·                     Estar dispuesto a retirarse

·                     Confiar plenamente en que el sucesor tiene la capacidad

·                     Tendrá que hacer un protocolo familiar sobre qué sí,  qué no, cuándo entra, con qué sueldo y cómo.

·                     El consejo de administración deberá de supervisar al nuevo director

·                     Dejar las finanzas transparentes

El dueño tiene que empoderar al sucesor de tal manera que tenga la preparación suficiente para que entienda todos los procesos y el funcionamiento de la empresa, el sucesor tendrá que entender cómo nació la empresa, cómo estará cuando él entre como director y hacia qué rumbo va a llevarla.

Estos pasos no son rápidos, generalmente llevan de tres a cuatro años que el dueño acompañe al hijo, hija o familiar.

Durante estos años los ojos de los demás colaboradores estarán en el sucesor.

El punto, mi querido lector, es que no sea visto como el hijo del dueño; sino que adquiera un liderazgo por sus acciones, capacidad, experiencia, por su carisma y humildad.

Sr. y Sra. Empresarios, la pregunta obligada y seriamente que hay que responder es ¿Quieres que tu hijo o hija sea un empleado o un potencial accionista?

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