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Saber sin fin

Abel Pérez Rojas



De la gestión cultural

27/3/2015

Una pieza musical, una pintura, un poema conlleva una carga artística, pero también social e histórica; su desarrollo es el primer paso de cualquier artista. Además, ejercitar el talento acompañado de otros es una tarea de mayor tamaño, pues  requiere previamente preparar las condiciones para la participación social cultural. Todo eso hay que hacerlo con eficacia, eficiencia y calidad. Luego, documentar  el proceso, lo que resulta todavía más complejo.

Todo eso es gestión cultural.

El ojo avezado en entornos de educación permanente debe estar atento para detectar la  carga formativa de la obra artística, y eso, los expertos formales lo llaman propiamente “sistematización”.

La gestión cultural no es tarea fácil porque el contexto puede ser una limitación, que se suma a las restricciones propias.

Quien incursiona en los terrenos de la gestión cultural no sabe en lo que se mete, pero tarde o temprano el tiempo y la convivencia con los otros nos permite intuir frente a lo que nos encontramos. Es el caso de  José Luis Constantino Villegas, veracruzano de origen, laudero de profesión y gestor cultural por vocación.

Dice José Luis que “cuando detonas la gestión cultural no sabes que estás despertando  un monstruo muy parecido a Frankenstein, porque hay tanta necesidad de externar lo que se acumula con los años y hay igual cúmulo de talento que una vez que fragua lo que se emprende  se convierte en una misión de vida”.

Constantino Villegas revela por sí mismo cuál es la clara diferencia entre la promoción como parte de un trabajo y la gestión cultural por convicción. Mientras que el primero es generalmente un burócrata que tiene que cumplir con un horario, con metas; en resumen: justificar su sueldo aunque los cambios no transformen a las personas y a su entorno.  Para el segundo se trata de la vida misma, de un impulso que hay que cumplir porque esa es la razón de ser social e histórica del arte.

Por supuesto en la voz de Constantino Villegas se siente un dejo de cierta amargura y de denuncia cuando habla de esto, porque él encarna –como otros pocos que frecuentemente viven en el anonimato- un sistema nervioso  underground que mantiene activa la vida cultural de nuestro país.

Mientras sigo conversando con Constantino Villegas, entiendo la reserva  moral de este tipo de personajes; personas como él hacen de todo en los colectivos: barren y bailan, piensan y cantan.

Preparar las condiciones para la participación social cultural conlleva procesos que demandan paciencia, constancia y tino. Hay que estar dispuesto a destinar las horas que sean necesarias. Aunque muchas veces, la operatividad termina por devorar el tiempo que debiera destinarse a la sistematización de experiencias, para poder repetirlas.

En la conversación que sostengo con Constantino, nos recuerda Julián Torres del  Centro Cultural Talleres Arilero que no todo es sistematizable en términos de lo “académicamente” aceptable, porque el talento es complejo y caótico, por ello, la necedad formal por colocar las cosas de manera “lógica” frecuentemente menosprecia la documentación que surge de las inteligencias múltiples.

Mucho tenemos que andar y aprender junto con gestores culturales que se han ido forjando en el día con día ¿o no?

@abelpr5

Doctor en Educación Permanente. Dirige: Sabersinfin.com

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