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Saber sin fin

Abel Pérez Rojas



Dilma Rousseff, la hora de la verdad

25/3/2015

Los escándalos de corrupción en Brasil han alcanzado tal proporción que cada vez crece más la impresión de que debe cambiar el rumbo total de la política de aquél  país. Inclusive a las peticiones de justicia se ha empezado a sumar la demanda de renuncia de la presidenta Dilma Rousseff.

Si bien es cierto que hasta ahora el peor de los señalamientos hacia Dilma es de encubrimiento hacia algunos integrantes de su partido, también es cierto que las protestas en contra del gobierno de la presidenta son cada vez más nutridas y diversas. Sin lugar a duda ha llegado el momento de la verdad a Dilma Rousseff.

Existe una carga de descontento que se viene acumulando en el pueblo brasileño. El año pasado fue nefasto en este sentido.

Con la goliza de la selección de fútbol de Alemania a su similar carioca, se derrumbó el castillo de arena que se había levantado uniendo el binomio de fútbol y patriotismo, apuesta que se consideró no fallaría para el gobierno de Dilma. Sin embargo, a los desastrosos resultados deportivos en el Mundial de Fútbol se sumó la ineficiencia y sobrecostos de las empresas contratadas para la construcción de la infraestructura mundialista.

Luego, en el proceso electoral del año pasado salieron a colación los casos de corrupción que vincularon donativos de aquellas empresas al partido gobernante, como es obvio teniendo como beneficiaria la campaña electoral de Dilma.

Al coctel de descontento, ahora hay que sumar el caso de corrupción sobre la empresa estatal Petrobras, que involucra al parecer a ex ministros, gobernadores y líderes legislativos.

La investigación que actualmente realiza la Procuraduría General de Brasil versa sobre 800 millones de dólares en sobornos que pudieron haber pagado empresas particulares a funcionarios de la petrolera y a políticos de alto nivel. Por supuesto las dádivas fueron en detrimento de las arcas públicas porque para ello se inflaron los precios de diversos contratos firmados en la última década.

Es tal el grado de corrupción que tiene como epicentro a la petrolera, que llegar al fondo de la investigación –llamada Lava Jato- necesariamente tendrá que contar con la voluntad y apoyo firme de la presidenta Rousseff.

Dilma se encuentra frente a una disyuntiva nada fácil.

Por una parte, optar por brindar su apoyo total e incondicional al caso Lava Jato podría llevar a la cárcel a varios de sus correligionarios y, tal vez, terminaría por echar abajo cualquier duda de los beneficios económicos que recibió su campaña política hacia el segundo mandato en la presidencia de Brasil.

O también optar por permitir que las investigaciones se pierdan en el laberinto del burocratismo, apostándole a la amnesia colectiva, así el gobierno de Dilma podría estar nutriendo de combustible al malestar social y, peor aún, contribuir a que su nación se suma en una vorágine de descomposición social, de la cual sólo hay retorno después de varias décadas y a un costo incalculable.

¿Qué pasará? ¿Está de acuerdo conmigo de que a Dilma Rousseff le llegó la hora de la verdad?

@abelpr5

Doctor en Educación Permanente. Dirige: Sabersinfin.com

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