15/5/2023
El más reciente informe
del Global Carbon Project, Global Carbon Budget 2022,
enfatiza que el planeta se mantiene en una trayectoria dirigida hacia niveles de calentamiento global críticos, pues se
estima que la emisión de combustibles fósiles llegue a niveles récord durante
2023, lo que representa 50 por ciento más de emisiones que cuando comenzó la
Revolución Industrial. De continuar con este ritmo, en nueve años se estaría
superando el límite de calentamiento global de 1.5 grados centígrados pactados
en el Acuerdo de París, por lo que es fundamental iniciar una transición
energética decidida, así como una transformación de la actividad productiva hacia
energías renovables, para lo cual es necesario entender las tendencias claves y
procurar que las expectativas de empresas e inversionistas sean realistas.
Al respecto, según
el “Annual Energy Outlook 2023” del Departamento de Energía de los EE. UU., se
proyecta que las emisiones de CO2 relacionadas con la energía de ese país
caigan entre 25 por ciento y 38 por ciento del nivel de 2005 para 2030. De
hecho, de acuerdo con Environment America Research & Policy Center
el 100 por ciento de la nueva capacidad de generación de electricidad puesta en
línea en marzo de 2022 provino de fuentes de energía renovables. Esto se debe a
que la administración de Joe Biden se ha encargado de impulsar la
descarbonización.
En el caso de
México, en 2021 generó 26.7 por ciento de su electricidad a partir de recursos
de energía limpia, por lo que requiere realizar inversiones importantes para
alcanzar el 35 por ciento comprometido para 2024 en capacidad adicional de
generación de energías limpias. Asimismo, el potencial nacional de capacidad
solar se estima que podría superar 137 veces la demanda hacia 2024, mientras
que en cuanto a energía eólica podría generarse 15 veces la demanda estimada
para el mismo año.
En este sentido, las
industrias y empresas podrán obtener un mayor valor de la transición energética
si son capaces de comprender las tendencias y riesgos mundiales, adelantar las
inversiones e incorporarlas en sus procesos productivos; no obstante, los
perfiles ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) de los proyectos
energéticos pueden variar ampliamente.
En cualquier caso, una
de las condiciones impostergables será que dichos perfiles formen parte de un
futuro energético sostenible, universal e inclusivo, tanto en acceso como en asequibilidad
y descarbonización. Incluso en el sector de los hidrocarburos, la
diversificación y la transición están en marcha para promover actividades que
refuercen sus calificaciones ASG, buscando que se perciba mayor valor y competitividad
en la materia.
Así pues, dada la
importancia de evolucionar hacia la descarbonización, las tendencias de mayor
impacto para las organizaciones son:
1.
Considerar toda la cadena de valor y gestionar objetivos concretos sobre
sus emisiones de alcance tres, con iniciativas de colaboración con proveedores y financiamiento en agregación de renovables
2.
Establecer metas más ambiciosas basadas en datos científicos, así como más
comprometidas e impulsadas por la demanda y las partes interesadas
3.
Ampliar la idea del negocio de materias primas hacia un enfoque basado en
los beneficios ambientales y sociales de los proyectos de energía limpia, pues los
compradores corporativos de energía entienden el bienestar económico local que
generan procurando su licencia social
4.
Buscar un socio estratégico de gestión de la energía para identificar
oportunidades inteligentes y adoptar planes personalizados, además de
mantenerse a la vanguardia
En el reporte de KPMG en México, KPMG 2022 CEO Outlook. Estrategias
para crecer en tiempo de turbulencia, las y los CEO señalan la importancia
de las iniciativas ASG en los negocios, asegurando que ha incrementado la
presión por los grupos de interés sobre la rendición de cuentas en la materia.
Además, siete de cada diez ven que una porción significativa de grupos de
interés solicita mayor emisión de informes y mayor transparencia.
En este sentido, es sumamente relevante que las empresas sean
transparentes sobre sus impactos en el medio ambiente, no solo por cumplir con
las regulaciones, sino porque la sociedad también espera que estas sean
responsables y se encuentren comprometidas ambiental y socialmente.
Estas tendencias nos muestran que quienes transformen sus negocios con
metas de descarbonización, aborden emisiones de alcance uno (por la quema de
combustibles); dos (por electricidad consumida y comprada por el
emisor), y tres (emisiones
propiedad y en control de un agente ajeno al emisor) y se asocien con
desarrolladores para pasar de consumidores pasivos de energía a participantes
activos del mercado, capturarán el mayor valor de la transición energética y se
posicionarán como líderes de su industria.
En resumen, la resiliencia climática y la descarbonización deben
impulsarse con el enfoque adecuado para crear valor; la trayectoria comienza
con la identificación de riesgos, oportunidades y su calificación, y se avanza
con la definición estratégica para lograr la anhelada transición energética;
midiendo y reportando los avances para lograr el éxito.
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