12/9/2022
El paquete económico 2023 está caracterizado por tres aspectos
fundamentales: 1) no habrá nuevos impuestos ni modificaciones a la miscelánea
fiscal; 2) se mantendrá la disciplina fiscal; y 3) el gobierno seguirá apoyando
los programas sociales y proyectos insignia. Se trata del quinto presupuesto de
esta Administración Pública Federal y se confirma la política de mantener las
finanzas públicas sanas y una deuda pública como porcentaje del PIB
relativamente baja.
No obstante, el siguiente año será más complejo de lo usual ante las
condiciones de mayor apretamiento monetario (tanto externas como internas) y la
desaceleración prevista para el crecimiento económico global, en particular
para el de los Estados Unidos, nuestro principal socio comercial. Los tres
aspectos mencionados aunados a estas previsiones económicas implicarán un
reducido margen de maniobra para el gobierno federal ante un escenario que
contemple menores ingresos públicos a los previstos.
El paquete económico mantiene la disciplina fiscal al proponer una meta
de 0.2% del PIB para el déficit primario del próximo año. Ello representaría
una política fiscal ligeramente más laxa en relación con el superávit primario
de 0.1% estimado para 2022.
Este paquete proyecta Requerimientos Financieros del Sector Público
(RFSP) de -4.1% del PIB y un Saldo Histórico de los RFSP de 49.4% del PIB al
cierre de 2023. A pesar de haber usado una expectativa de crecimiento de 3.0%
para el PIB real como supuesto para la estimación de las cifras de finanzas
públicas, el gobierno federal estima que los ingresos tributarios (sin IEPS de
combustibles) crecerán a una tasa anual real de 1.3%.
Lo anterior, indiscutiblemente, representa un riesgo al alza para la
evolución de los RFSP y el saldo histórico mencionado.
Dada la complejidad del entorno económico global y nacional que se prevé
para 2023, el balance de riesgos para los ingresos públicos tendrá un sesgo a
la baja. En particular, destaca el supuesto del marco macroeconómico asociado
con el crecimiento económico previsto en el paquete económico.
En materia de crecimiento del PIB real, la sobreestimación del
crecimiento para 2023 (3.0% vs estimación BBVA de 1.6%) es la principal fuente
del riesgo a la baja para los ingresos tributarios (excluyendo IEPS de
combustibles) proyectados.
Cabe destacar que la materialización de la expectativa de una
desaceleración en el crecimiento económico del segundo semestre de 2022
perjudicaría la comparación anual del PIB del próximo año por partir de un
menor nivel.
En relación con los ingresos petroleros, el gobierno federal tiene la
expectativa de elevar la producción petrolera de 1.835 millones de barriles
diarios estimados para el promedio de 2022 a 1.872 millones de barriles diarios
para el promedio de 2023. Esta meta podría cumplirse siempre y cuando
continuara el ritmo de crecimiento en la producción petrolera de los nuevos
campos, aunque también existen riesgos a la baja en este pronóstico. No
obstante, el menor precio promedio estimado para el barril de petróleo en 2023
implicaría una caída anual real de 15.5% en dichos ingresos, dependiendo de la
estrategia de coberturas que se decida adoptar.
En lo que toca a los ingresos tributarios, resulta positivo que el
paquete económico 2023 no contemple nuevos impuestos ni modificaciones a la
miscelánea fiscal dado el contexto de debilidad económica, incertidumbre y
atonía de la inversión que se prevé para el próximo año. Sin lugar a dudas, la
mayor recaudación tributaria, ceteris paribus, dependerá en mayor medida de los
esfuerzos de fiscalización y, por lo mismo, se tendrá un impacto incierto.
En todo caso, consideramos adecuado que no se haya aumentado la tasa del
impuesto sobre la renta ni la del IVA dado el efecto económico contractivo de
ambos impuestos en el corto plazo, sobre todo en una economía que tiene el
mismo nivel de producción que hace cinco años.
Para el mediano plazo será necesario que el país implemente una reforma
fiscal que aumente los ingresos tributarios considerando que las presiones
sobre el gasto público continuarán por los apoyos a Pemex, los programas
sociales, el deterioro de la infraestructura debido a la falta de
mantenimiento, el costo financiero de la deuda (que ha aumentado y seguirá
haciéndolo debido al incremento en las tasas de interés) y el pago de
pensiones. Sería aún más deseable que esta reforma fuera de gran calado y
contemplara una mayor eficiencia en la ejecución de dicho gasto.
También sería pertinente que la reforma fiscal introdujera mecanismos
transparentes para que, en situaciones en las que los ingresos fiscales sean
menores a los previstos debido a desviaciones de los supuestos, las reducciones
al gasto no se hagan de forma discrecional y sean aprobadas por el Congreso de
la Unión.
En materia de egresos, el paquete económico 2023 contempla la
continuidad de los programas de pensiones a los adultos mayores y personas con
capacidades diferentes, becas y apoyo a la infraestructura educativa a través
de la escuela es nuestra. De acuerdo con la SHCP, el gasto público seguirá
rigiéndose por los principios de austeridad, racionalidad y eficiencia.
La política pública continuará privilegiando el desarrollo de las
regiones rezagadas y con un enfoque hacia sectores estratégicos a través de
inversiones en el sector energético y proyectos de infraestructura de
transporte comercial, hidráulicos y de conectividad.
Valoramos de forma positiva el buscar mantener los equilibrios fiscales
y, aun considerando los riesgos que representa una sobreestimación del
crecimiento económico, estimamos que la deuda pública continuará en una
trayectoria sostenible. Consecuentemente, la probabilidad de que el país pierda
el grado de inversión en un horizonte de dos años es baja.
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