16/8/2022
Conversando
con mis amigos contemporáneos salió el tema de que nuestros padres fueron de
una cultura basada en el esfuerzo y, por consecuencia, nosotros también
crecimos a base del esfuerzo.
La
palabra esfuerzo trae una connotación, desde mi punto de vista, de provocación,
de coerción. Por otro lado, durante la plática salió la pregunta: ¿es necesario
inculcar la cultura del esfuerzo para estas generaciones millennials? La respuesta fue una mega discusión, pero que no
corresponde a ampliar el tema en esta colaboración.
Me
gusta más el tema de la disciplina, que te lleva a hacer un hábito y este mismo
mediante la constante práctica. En el que llega un momento que sin esfuerzo se
despierta la creatividad. Esto te llevará a tener una visión clara hacia dónde
quieres llegar, saber dónde te encuentras hoy y dónde estás parado.
Y
precisamente en dónde estás hoy, hay que cuestionarse, porque si quieres algo
diferente en tu vida debes de hacer las cosas de otra manera, para obtener
resultados diferentes.
La
disciplina se desarrolla con el tiempo y la práctica, porque nadie nace con
disciplina. Un término más audaz es la autodisciplina, que implica conocerte
más, es decir, es todavía un paso más para llegar más rápido al éxito.
Tú que
me lees, nunca es tarde para empezar, para estudiar, para capacitarte y enfocarte
en volverte todo un profesional en lo que haces; Estudia con mucha reflexión y
con buenos hábitos, porque recuerda que si estudias para recordar, olvidarás;
si estudias para comprender, entonces si lo recordarás.
Con "buenos
hábitos" me refiero a actividades como leer un libro de estudio, tomarte
el tiempo suficiente, hacer anotaciones, subrayar, volverlo a leer y escribir
con tus propias palabras lo que el autor quiere decir. Porque en la actualidad,
muchas personas estamos muy preocupados por obtener resultados inmediatos, pero
la inmediatez no está ligada a la disciplina.
¿Sabes
por qué la gente es del montón? Porque nunca termina lo que empieza.
Donde
hay buena disciplina, hay orden y rara vez falta la buena fortuna, Nicolás
Maquiavelo
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