7/1/2021
El dinero
en efectivo ha jugado un papel fundamental en el progreso de la humanidad. Hay
evidencia del uso de monedas en la antigua Grecia desde al menos el siglo VII
a.C. y de que los billetes se comenzaron a usar en China desde el año 800 de
nuestra era. Los billetes tienen las ventajas de una mejor portabilidad y
conveniencia sobre las monedas.
El
efectivo permitió que la humanidad abandonará el trueque y con ello superar el
problema de la doble coincidencia de deseos intrínsecos a ese medio de
intercambio lo cual se tradujo en mejoras en la productividad y en mayores
tasas de crecimiento.
Pero el
uso de efectivo también implica problemas importantes. Facilita la evasión
fiscal, la corrupción (los mexicanos nos hemos acostumbrado a ver videos en los
que políticos corruptos aceptan sobornos en efectivo); en este respecto,
estudios del Banco Mundial muestran una alta correlación entre la intensidad en
el uso de efectivo en un país y sus niveles de percepción de corrupción, los
robos -las historias de trabajadores que son despojados del fruto de su trabajo
a lo largo de una quincena en el transporte público son, lamentablemente, parte
de la cotidianidad de este país.
Por ser
muy complicado de rastrear, el efectivo también facilita las actividades del
crimen organizado. El efectivo también es terreno fértil para la informalidad,
problema muy serio en nuestro país como lo demuestra el que 62% de las empresas
y 56% de los trabajadores sean informales, de acuerdo con datos del Inegi.
Me parece
también que el uso del efectivo profundiza la desigualdad económica ya que son
los más pobres quienes tienen mayores probabilidades de perder porcentajes
altos de sus ingresos en robos y los que tienen que gastar más tiempo y dinero
en trasladarse para hacer pagos u obtener efectivo en una sucursal bancaria.
Por estas
razones, creo que se deben implementar políticas públicas encaminadas a reducir
el uso del efectivo. Y aclaro que en todos los problemas antes mencionados
estoy hablando de correlaciones y no necesariamente de causalidades. Creo que
en muchos de ellos se da una causalidad en ambos sentidos. Por ejemplo, se usa
más efectivo porque hay alta informalidad, pero por haber alta informalidad se
demanda más efectivo.
Desde que
se empezaron a usar billetes y monedas no hubo más remedio que convivir con sus
beneficios y con sus costos. Pero hoy la tecnología permite conservar los
primeros y reducir notablemente los segundos. Hoy se pueden realizar pagos
electrónicos de forma muy barata. México tiene en el SPEI desarrollado por el
Banco de México uno de los sistemas para hacer traspasos electrónicos entre
cuentas más eficientes del mundo.
Además,
se tiene el CoDi, plataforma que permite hacer pagos desde un teléfono móvil a
otro. Y hoy también existe la tecnología para que los bancos centrales emitan
sus propias divisas digitales (CBDC, por sus siglas en inglés). Me parece que
se debe tener una discusión seria acerca de si el Banco de México debe avanzar
por esta ruta.
Creo que
es oportuno introducir medidas para desincentivar el uso del efectivo y al
mismo tiempo potenciar los medios de pago digitales. Para ello, primero hay que
profundizar en políticas para aumentar la inclusión financiera en nuestro país
de tal suerte que nadie se quede atrás en el nuevo mundo de los pagos
digitales.
También hay
que trabajar en mejorar la educación financiera, en que las instituciones
bancarias ofrezcan cuentas totalmente digitales y gratuitas, y que a cambio de
ello se les permita cobrar comisiones por los servicios que ofrecen en ventanillas
bancarias y cajeros automáticos creando así incentivos para el uso y expansión
de tecnologías bancarias digitales. Habría también que retirar gradualmente de
circulación los billetes de muy alta denominación.
Una
economía sin efectivo será una economía con menos crimen, evasión fiscal,
corrupción y delincuencia organizada. Será también una economía más
igualitaria. Y con efectivo me refiero tanto al efectivo en pesos como en
dólares, pues con estos también se presentan todos los problemas antes mencionados.
Esta es
una razón más de las tantas que se han esgrimido en contra de la reforma legal
que pretende que Banco de México compre los excedentes de dólares en efectivo
del sistema bancario. En caso de aprobarse, se estará incentivando el uso de dólares
en efectivo, lo cual sería un paso en la dirección contraria en la guerra
contra el efectivo.
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