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27/5/2020
En las próximas horas podría superarse el ambiente de confusión generado en Puebla por decretos imprecisos y declaraciones ambiguas en medio de la pandemia de Covid-19. Ojalá el reinicio de actividades sea a partir de una estrategia y no solo por aceptar la fecha del calendario federal.
Han pasado 77 días desde que Puebla supo oficialmente del primer caso de Covid-19 (11 de marzo) vinculado, coincidentemente, con Volkswagen, la cual sigue en el centro del debate.
En las dos últimas semanas toda la atención se enfocó única y exclusivamente en un sector y en una sola empresa, casi olvidándose que los focos de contagio están en otras partes de la zona metropolitana.
A lo largo de estos 77 días en que el coronavirus ha golpeado a Puebla, poco más de 60 mil obreros se han desplazado a laborar en fábricas de: alimentos, de bebidas (agua, sobre todo) químicos, plásticos, entre otras.
Independientemente de otros miles de trabajadores de servicios bancarios, mensajería, telecomunicaciones, energía eléctrica; así como transportistas, y por supuesto los de servicios comerciales (tiendas de autoservicio, central de abasto y mercados populares).
Puede decirse que cerca de 100 mil poblanos trabajan en los ‘sectores esenciales’, definidos por la Secretaría de Salud.
Posiblemente cantidad similar de trabajadores informales que no pueden quedarse en casa porque de lo contrario no tiene nada qué comer en un día.
La falta de coordinación intermunicipal y de controles en diversas áreas es lo que en parte generó la crisis sanitaria que vive la zona metropolitana de Puebla; propició que decenas de miles de ciudadanos no asumieran el compromiso de quedarse en casa para enfrentar el virus, y prefieran ‘pasear’ por las calles, hacer reuniones familiares u organizar torneos de futbol.
El decreto emitido el pasado 22 de mayo, es impreciso y solo se plasmó por escrito lo que tantas veces se escuchó decir: “no hay condiciones”.
En ninguna parte del documento se indican fechas o plazos para valorar “cuándo habrá condiciones”.
Tampoco habla de “prohibir” la actividad y, por supuesto, no contempla sanciones si llegan a operar las empresas.
El decreto no estipula fecha de cuándo entra en vigor, si el día de su publicación (22 de mayo) o al otro día. En tal caso, de acuerdo con la Constitución de Puebla, dicho documento estaría en vigor el 1 de junio; pero ninguna ley estatal puede contradecir a la ley federal.
Aunque el sector automotriz (empresas y sindicatos) son de jurisdicción federal, con o sin coronavirus, las empresas no se van a enfrentar abiertamente al gobierno del estado, pero tampoco dejará que la limiten sin un argumento de peso.
En términos económicos, para la industria de autopartes es necesario reanudar labores para igualar tiempos de producción, equilibrar la cadena de suministro a nivel nacional y con las armadoras en Estados Unidos.
Para los fabricantes de autos no es urgente aumentar la producción, ya que los mercados están deprimidos y su recuperación no será inmediata.
Sin embargo, si la industria automotriz de México y Estados Unidos no reinicia paulatinamente en junio es factible que dentro de unos dos meses sí tengan problemas de inventario, tanto de los modelos 2020 como los de 2021.
Frente a la pandemia el arranque de la industria es desigual a nivel mundial. En Europa las plantas ya operan, no al cien por ciento aún, ello lo conseguirán en unos dos o tres meses; Sudamérica ya arrancó la semana pasada, solo falta América del Norte, y es preciso que la industria automotriz mundial tome su ritmo.
En América del Norte la operación de la industria depende de cómo manejan la crisis sanitaria por el Covid-19 los respectivos gobiernos federales y estatales.
Por ejemplo, Fiat Chrysler Automóviles (FCA) ya reinició operaciones en un 40 por ciento en Saltillo, Coahuila, y en Toluca, Estado de México.
General Motors también arrancó de forma paulatina en sus plantas de Silao, Guanajuato, y de Ramos Arizpe, Coahuila.
Ford podría reanudar actividades de forma parcial la próxima semana en sus plantas de Hermosillo, Cuautitlán, Chihuahua e Irapuato.
En Puebla y Tlaxcala hay 110 empresas de autopartes que emplean a unos 40 mil trabajadores. El tema es que varias de las plantas de autopartes de Puebla son proveedoras de las firmas estadounidenses, no solo de las alemanas, como Federal Mogul, Faurecia, PMP, Rassini, Magna Autotek, Fujikura, y varias más.
La industria de autopartes invirtió en Puebla 500 millones de dólares entre 2015 y 2019, según datos de la Secretaría de Economía, cifra 24 por ciento más de lo registrado entre 2010 a 2014.
Reiniciar labores en Volkswagen y Audi obliga permitir la actividad en los demás sectores: plazas comerciales, restaurantes, centros de entretenimiento, prestación de todo tipo de servicios.
Pretender frenar la actividad de las armadoras y de las plantas de autopartes más que nada es eludir la responsabilidad de un agudo brote de coronavirus por la falta de estrategia.
También para este sector industrial es cargar con la responsabilidad de ser el centro del contagio.
Solo entre VW y las plantas de autopartes suman alrededor de 60 mil personas en total, pero no todas laborarían desde el 1 de junio; la armadora iniciaría el 25% por ciento, unos 3 mil trabajadores.
Sí, efectivamente reanudar labores en una zona industrial, como la Volkswagen-Finsa, evidenciará lo que ha ocurrido durante 77 días: endebles controles sanitarios, débil o nula coordinación entre municipios, y entre los diferentes órdenes de gobierno.
@BalanceFinancie
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