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Opinar para construir

Luis G. Inman Peraldi



La fuerza de la palabra

14/6/2019

El primer libro que leí de niño fue la biografía de Thomas Alva Edison, me impactó. Thomas no era un niño brillante, se le dificultaba estudiar y continuamente tenía malas calificaciones.

Cuenta la historia, que un día el profesor de Thomas le dio una carta cerrada y le pidió que se la entregara a su mamá.

El contenido de la carta decía que su hijo quedaba expulsado de la escuela por su bajo desempeño en el curso y que era preferente que la educación de Thomas estuviera a cargo de su madre y en casa; con lágrimas en los ojos, su madre término de leer la carta.

Thomas intrigado le preguntó ¿qué decía la carta? y su madre respondió: Thomas como eres un niño muy listo y especial ya no requieres asistir a esa escuela y a partir de hoy yo me haré cargo de tu educación.

Contundente fue la fuerza de la palabra de su madre, que con sentido, sensibilidad y amor logró que Thomas Alva Edison se convirtiera en un gran hombre.

Este es un claro ejemplo de cuando alguien quiere, lucha por sobresalir.

Siempre hay un momento para hacer uso de la fuerza de la palabra, les daré un ejemplo que a algunos de ustedes les parecerá cotidiano: un día el operador de la máquina de control numérico se ausentó, por lo tanto quedó vacante el puesto.

El jefe de producción fue con el responsable de Recursos Humanos para pedir otro elemento del exterior.

El gerente general al enterarse, pidió que antes de buscar afuera, se le diera la oportunidad de encontrar alguien que tuviera conocimientos de programación o informática dentro del equipo de operadores.

Francisco levantó la mano y en pocos días ya estaba al frente de las máquinas; llegó el gerente general a visitarlo y descubrió que hacía bien su trabajo, pero había un inconveniente ¡su lugar de trabajo estaba en desorden y con falta de limpieza!

Al observar esta situación el gerente le dijo: Francisco te has ganado mi confianza por tus estudios y dedicación, así que desde ahora tu compromiso será mantener este lugar limpio, ordenado. Y ante cualquier visita interna o externa vas a presentarte así: Buenos días  soy Francisco el operador de esta máquina, que hace esto y aquello (descripción bien detallada) y estoy para servirles.

Después de unos días, Francisco cambió el lugar transformándolo en un lugar ordenado y limpio, incluso su imagen personal mejoró notoriamente.

¡Sra. y Sr Empresario tenemos la obligación de usar la fuerza de la palabra! 

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