De museos, provincia e Ibargüengoitia
26/1/2018
El pasado 22 de enero Jorge Ibargüengoitia cumpliría 90 años para los que no conocen a este escritor, debemos señalar que es el autor mexicano que mejor desarrollo el humor y la ironía en distintos géneros literarios tales como, la narrativa, la dramaturgia y el ensayo, además de ser uno de los columnistas periodísticos más destacados del siglo pasado.
En la recopilación que hace Guillermo Sheridan de sus artículos publicados en Excélsior bajo el titulo Instrucciones para vivir en México (1990) Ibargüengoitia desnuda al mexicano de la mitad del siglo XX, aunque yo diría que nos sigue describiendo en algunos temas a los de este principio del siglo XXI.
En uno de sus artículos titulado “Homenaje a la provincia. Los museos como aventura” relata lo siguiente:
Hace unos días encontré en la calle a un antiguo compañero de escuela que después de los saludos convencionales y al llegar a la pregunta obligada de “¿Qué te has hecho”’ , me informó que estaba a punto de ir a radicarse en una ciudad fronteriza en la que el Gobierno ha invertido y seguirá invirtiendo una millonada en un intento de convertirla en un paraíso turístico: un aeropuerto, dos carreteras, un hipódromo, dos mercados de artesanías y, para mejorar la imagen que tienen de nosotros en el otro lado, una sucursal del Museo de Antropología, en donde se irán exhibiendo poco a poco las piezas que están actualmente en la bodega de la matriz.
Cualquier parecido con nuestro fastuoso MIB y su falta de colección es mera coincidencia.
Al oír esto, dicho con entusiasmo, comprendí con tristeza que nos estamos volviendo cada vez más aburridos. Estamos aplicando a la cultura procedimientos de cadena de supermercados. Por otra parte, es evidente que hemos llegado a un punto en que sólo los turistas y los niños de las escuelas –estos a fuerzas- visitan museos.
Cualquier parecido con nuestro Museos Puebla también es mera coincidencia.
Esta situación se debe, en gran parte, a la idea pedante, solemne y equivocada, pero muy en boga en círculos oficiales, de que los museos son puritita cultura. Ahora bien, la cultura tiene el defecto grandísimo de que todo el mundo la ambiciona en abstracto, pero poco son los que están dispuestos a molestarse por adquirirla. La idea sola de entrar, en un recinto consagrado a ver estupendamente exhibidas cuatro piezas de Chupatlán con el acompañamiento obligado de dos o tres murales de algún pintor chambista de la escuela mexicana, es bastante para poner a bostezar a la mayoría de los mexicanos.
Como podrán ver no ha cambiado mucho la realidad en nuestra hermosa provincia poblana, seguimos pensando que los museos son templos inamovibles, que debemos realizar edificaciones fastuosas para atraer el turismo, tenemos que considerar a los museos como posibles generadores de ingresos económicos para el gobierno y que sean autosustentables.
¿Cuándo nuestros ilustres funcionarios culturales le darán espacio a la sociedad para que el público se apropie de esos sitios?
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