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Columna invitada BBVA

Carlos Serrano Herrera



México necesita una nueva reforma fiscal

Economista en Jefe de BBVA Bancomer

29/5/2017

En 2019, gane quien gane la siguiente elección presidencial, una reforma fiscal será necesaria e impostergable. Esto se debe fundamentalmente a que, aún con lo logrado a raíz de la reforma de 2013, el nivel de recaudación fiscal del país es muy bajo cuando se le compara con otras economías.

La recaudación tributaria en México es, con diferencia, la más baja entre todos los países pertenecientes a la OCDE. Mientras que dicha recaudación en nuestro país equivale a alrededor del 17 por ciento del PIB (en 2015, último año que se tienen datos de comparativos internacionales), en Francia fue del 45 por ciento, en Alemania del 36, en Estados Unidos del 26, en Japón del 43, en España del 34, y en el Reino Unido del 33 por ciento, por citar algunos ejemplos. 

Pero México no solamente recauda menos que los países avanzados de la OCDE, también recauda menos que otros países con grados de desarrollo similar o inferior. 

La recaudación tributaria, como porcentaje del PIB, es menor a la que se observa en Chile, Perú, Brasil, Colombia, Turquía, Ecuador, Argentina, o Bolivia, por citar algunos casos. Y hay que recordar que la situación era todavía peor antes de la reforma de 2013, cuando la recaudación tributaria de México rondaba el 10 por ciento del PIB.

La baja recaudación se traduce, desde luego, en un bajo gasto público. El gasto gubernamental en México también es muy bajo: es el país con menor gasto gubernamental de entre todos los que integran la OCDE.

Al igual que en el tema recaudatorio, el gasto como porcentaje del PIB es menor a varios países con grado de desarrollo similar. El gasto gubernamental en el país, como porcentaje del PIB, es menor al 30%, lo cual nos ubica por debajo de Brasil, Chile, Colombia, Turquía, Argentina, Bolivia, India y China.

Y, a su vez, estos bajos niveles de gasto impiden que se pueda invertir lo suficiente en aquellos rubros que pueden impulsar el crecimiento de mediano plazo como son infraestructura, salud, y educación. 

Es de particular preocupación que la inversión gubernamental haya estado cayendo durante los últimos nueve años. El porcentaje del gasto público destinado a la inversión en 2017 será el más bajo desde 2006.

Por primera vez el país destinará más al pago de pensiones y jubilaciones que a inversión. La menor inversión significará una menor tasa de crecimiento potencial en el futuro. Y es que con la actual estructura fiscal existe muy poco margen de maniobra para que el gobierno pueda invertir en dichos rubros.

El 57% de los ingresos gubernamentales no petroleros se destinará a rubros del gasto que son ineludibles: participaciones a entidades federativas, pago de pensiones, y servicio de la deuda pública. Si no se hacen cambios de fondo, estos rubros seguirán creciendo en los próximos años.

Por todo lo anterior es que una nueva reforma fiscal será ineludible. 

Desde mi punto de vista, dicha reforma debe contemplar al menos las siguientes medidas.

Eliminar la exención que existe al pago del IVA en alimentos y medicinas. El IVA es un impuesto que es más fácil de recolectar, además de que la exención es regresiva ya que beneficia a quienes más consumen. Con la recaudación adicional, se podrían dar ayudas a las familias de menores ingresos para que no se vean afectadas con la medida.

* Redefinir la fórmula de participaciones a estados y municipios de tal suerte que se introduzcan incentivos para que estas entidades puedan recaudar más impuestos (a pesar de tener facultades recaudatorias, los Estados y municipios recaudan muy poco en México). Debería ser una fórmula que asigne mayores recursos por concepto de participaciones a aquellas entidades que lleven a cabo mayores esfuerzos recaudatorios.

* Combatir con mayor decisión la evasión fiscal y promover la formalidad. El factor que más explica la baja recaudación es que la base tributaria es pequeña debido a los altos niveles de informalidad que tiene la economía del país.

Además, se debe de llevar a cabo un auténtico esfuerzo de presupuesto base cero en el que se eliminen aquellos programas que tienen poco impacto social o para impulsar el crecimiento. 

Por citar un ejemplo, se debería eliminar casi por completo la partida de gasto en publicidad. El año pasado el gasto en este rubro fue de 8 mil 500 millones de pesos. Este gasto ni tiene impacto social ni genera crecimiento económico.

Si México quiere alcanzar mayores tasas de crecimiento, se debe de llevar a cabo una nueva reforma fiscal que aumente de forma sustancial la capacidad recaudatoria del Estado a fin de que se pueda invertir más en capital físico y humano.

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