Economista en Jefe de BBVA Bancomer
21/11/2016
El
triunfo de Donald Trump puede significar un menor crecimiento para México -si
bien creo que es prematuro hacer pronósticos ya que todavía no contamos con
información acerca de cómo será exactamente su programa económico y en
particular la política comercial hacia nuestro país. Pero es muy posible que el
crecimiento en 2017 sea menor al del 2016 aun en un escenario en el que Trump
no altere de forma significativa las relaciones comerciales entre Estados
Unidos y México.
Esto
por diversos factores: i) la sola incertidumbre acerca de qué políticas
económicas adoptará el siguiente presidente de Estados Unidos reducirá la
inversión; ii) las mayores tasas de interés (que se han presentado en todos los
plazos) también significarán menor inversión, y iii) la mayor inflación que
vendrá acompañada del tipo de cambio más depreciado (si bien no creo que se
vayan a presentar efectos de segundo orden, el solo traspaso a bienes
importados resultará en aumentos en la inflación) podría significar menores
salarios reales lo cual debe de incidir negativamente en el consumo. Y este es
el escenario en que Trump no hace grandes cambios.
Si
llegara a adoptar sus promesas de campaña la situación sería mucho peor. En
este entorno, en que muy posiblemente el crecimiento sea menor al potencial, lo
deseable sería que se adoptara una política fiscal contracíclica expansionaria.
Sin embargo el gobierno implementará un recorte al gasto, lo cual creo que es
acertado. ¿Por qué la aparente contradicción?
El año
que viene el gobierno tiene que llevar a cabo los recortes al gasto para
estabilizar el crecimiento de la deuda como porcentaje del PIB y con ello tener
unas finanzas públicas más sólidas y así minimizar la posibilidad de que se
reduzca la calificación de riesgo soberano del país y que salgan flujos de portafolio.
Y esto se debe a que la deuda ha crecido de manera importante en los últimos
ocho años y es necesario frenar su crecimiento.
Desde
1993 hasta el 2009, todos los años sin excepción, México tuvo un superávit
fiscal primario (el primario es el saldo antes de pagar el servicio de la
deuda). Esto cambió en 2009. Ese año se decidió enfrentar la recesión económica
-que resultó de la crisis financiera global y de la contracción de la economía
estadounidense- con una expansión del gasto implementando así una política
fiscal contracíclica.
Creo
que esto fue una buena decisión. Ante escenarios de caídas de crecimiento
coyunturales, que se explican por una menor demanda agregada, la política
fiscal es un instrumento efectivo para minimizar los daños de los ciclos
económicos adversos.
Sin
embargo, una política fiscal contracíclica, como su nombre sugiere, debe de
expandir el gasto en partes malas del ciclo económico, pero contraerlo en las
partes buenas. El problema radica en que que desde el 2009 nunca se contrajo
mientras la economía crecía más; nunca regresamos a tener un superávit
primario.
Eso
lleva a la conclusión de que la Ley de Responsabilidad Fiscal debe revisarse
con el objetivo de que cuando se implementen déficits primarios para enfrentar
situaciones económicas adversas después se tenga la obligación de regresar a
una situación de superávit para así evitar un deterioro en las finanzas
públicas y que la deuda como porcentaje del PIB crezca.
Si hoy
tuviésemos el nivel de deuda que teníamos en 2007 (alrededor de 28% del PIB),
el gobierno estaría en posición de implementar una expansión fiscal para ayudar
a enfrentar los efectos negativos que la incertidumbre de la elección de Trump
trae al escenario económico.
Creo
que la ley debería modificarse en varios aspectos. Primero, establecer
claramente que solamente se podrán tener déficits primarios en situaciones en
que el crecimiento se pueda ver severamente afectado y en que se vaya a crecer
a un ritmo significativamente menor que el crecimiento potencial de la
economía. Segundo, siempre que se crezca de forma similar o superior al
crecimiento potencial, se deberían observar
superávits primarios. Tercero, un grupo de expertos independientes
debiese de determinar cuál es la tasa de crecimiento potencial del país.
El
marco legal actual no ha sido efectivo para obligar a que se regrese a una
situación de superávit fiscal después de haber tenido una política
expansionaria. Con un marco así, hoy estaríamos en mejor situación para
enfrentar la actual coyuntura post-Trump.
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